viernes, 11 de enero de 2013

EL TOBOGÁN Y DOS POEMAS


Cuando uno hace uso de uno de los instrumentos lúdicos y recreativos más longevos de la historia, como es el caso del tobogán, no es muy consciente en sus primeros contactos con él de lo que puede suponer, ya que suele ir acompañado de su padre, de su madre o de un adulto que con el cuidado que requiere la atención excesiva que brindamos a nuestros pequeños hoy en día, se acerca a él con un afán de protección que supera los límites del peligro real del susodicho aparato o mueble urbano, para brindar la posibilidad de la diversión, el vértigo, la velocidad, la incertidumbre, la felicidad que entraña el lanzarse a lo que para él es aún desconocido, pero que seguramente, ante la primera toma de contacto, salvo que esta sea accidentada, repetirá hasta saciar al osado familiar o amigo, de tantas y tantas veces como nuestro cachorro guste de reiterar la acción.
Claro que visto así, no trasciende mucho a la realidad vivida, pero de todos es sabido el gusto y placer que supone extrapolar lo cotidiano y común, a la rutina, a lo normal, a nuestra historia…a la vida. Y es de eso de lo que intentaré ocuparme, por necesidad, por ganas de hablar, de transmitir, de intentar aprender… Que es el objetivo que todos deberíamos perseguir durante nuestra estancia en el planeta que nos acoge…el aprendizaje.
Pero es tan difícil aprender del todo, cuando  nuestro primer ascenso a la cúspide del artilugio en cuestión, es someramente guiado, perseguido y yo diría que coartado por los acompañantes mayores; que la educación puede surgir en el camino inverso, es decir, que posiblemente el loco bajito que se aproxima, apenas sin saber andar, a las escaleras, mirando con ojos curiosos hacia arriba, esperando encontrar algo que nunca ha visto, o con el único objetivo de avanzar y subir las piernas en el orden que le indica su breve experiencia, interiorizará que su acompañante está acongojado, temeroso, pero a la vez ilusionado, y no sentirá el placer por elevarse hacia el mundo de lo desconocido, porque le estaremos anticipando que aquello que es nuevo…posiblemente no lo pueda descubrir por sí mismo y eso no es cierto, (aunque se admiten críticas al respecto).
Esto mismo nos puede ocurrir en la vida cuando nos intentamos enfrentar a cosas nuevas, y no hace falta ser menores de edad o infantes que aun no caminan, ya que puede ser que la incertidumbre del éxito o el disfrute, nos impida el conocimiento del mismo…y qué fatal desatino que por perseguir el éxito perfecto o el objetivo de la plena felicidad, seamos capaces de arriesgar tan poco por el hecho de no saber lo que hay al otro lado de la escalera del tobogán, qué fatalidad que no queramos arriesgar ni un paso en el ascenso sólo por la ignorancia de lo que acontecerá sin ni siquiera haber disfrutado aun del suave roce del metal frío sobre nuestras lindas posaderas mientras el aire primaveral acaricia nuestra cara, secando las lágrimas para convertirlas al final de la pendiente en una sonrisa de felicidad que nos animará a repetir la acción.
Nos ocurre cuando somos pequeños que, una vez hemos conseguido subir y bajar del tobogán muchas veces, buscamos riesgos superiores, pendientes más altas, cumbres que descubrir, porque nuestra libertad y nuestra inquietud supera con creces a la educación que nos quieren imponer sobre el orden de lo establecido, sobre el miedo a lo prohibido, sobre el estigma de lo bien visto y cotidiano, sin percatarnos ni hacer caso a los que en un principio quisieron guiarnos y sólo consiguieron acotar nuestras alas o incentivar nuestra beligerancia e intransigencia.
Los más pequeños se tiran por el tobogán, pero siempre tienen una mano que les va a impedir caerse, una mirada que les va a sonreír mientras descienden, un cuerpo que impedirá que se tropiecen y…dando un giro a lo anteriormente expuesto, lo hacen por AMOR, o no es protección el amor? No es una sonrisa que te ayude a sonreír el AMOR? No es un cuerpo que se enfrenta al tuyo para compartir un tropiezo el AMOR?... pues de la misma manera, nuestros cachorros obtendrán AMOR, de los que les ayudan y les esperan durante una parte de su vida con el firme objetivo de cuidarles.
Pero una vez han conseguido el mencionado “DON” ocurre que los adultos tendemos a realizar procesos contradictorios cuando cesamos en nuestra protección y ofrecemos LIBERTAD a los que queremos y con ello queremos conseguir educarlos, cuando antes fuimos firmes amantes frente a ellos y les ofrecimos nuestro cuidado, nuestra mirada, nuestra atención incondicional.
Eso hace que según crecemos nos enfrentamos al tobogán con más confianza, producto de nuestra rebeldía pero también con la desconfianza que nos impusieron marcándonos el camino, pudiéndonos desollar porque ya no hay nadie para aguantar la caída en picado, ni para brindarte la sonrisa o aproximar su cuerpo y proteger el tuyo…o tal vez si…tal vez nunca nos encontraremos así y siempre estarán a nuestro alrededor personas que lo hagan?
Solo es necesario encontrar alguien que esté esperándote al otro lado del tobogán para sentirte protegido, acogido, cuidado, incentivado…AMADO.
Cuando somos pequeños está nuestra familia, según crecemos no nos hace mucha falta, pero rápidamente el AMOR se hace necesario y un joven se tirará sin apenas mirar lo que hay al otro lado del tobogán, porque lo hará por AMOR y seguro que encontrará al otro lado alguien que con su misma fortaleza, le acoja en sus brazos, le haga sonreír, le AME…y aunque se tire cien veces, no le importará caerse entre tanto subir y bajar porque su juventud le dará la posibilidad de levantarse y volver a subir con paso firme y enérgico la escalera que le lleva a la ilusión del AMOR, aunque su educación le dicte normas, le impida movimientos y sea intransigente con sus formas de lanzarse al vacío, el joven romperá las normas, ansiará su libertad, probará nuevas experiencias, ratificará que todo es posible o que si no lo es…al menos lo va a intentar.
El joven puede tirarse siempre que quiera porque su musculatura, su esqueleto, su elasticidad, su organigrama vital, se lo permite y aunque se rompa un brazo o una pierna, estará deseando volver al tobogán y enfrentarse a él para vencerle y poseerle como uno de sus retos personales, como un objetivo vital…pero el joven llegará un momento en el que decida que ya no es momento para subirse a tantos toboganes y que ya se ha roto demasiados huesos y será cauto, precavido e incluso temeroso, como le enseñaron algunos cuando era pequeño…tirará de educación y valores y anclará sus experiencias en una sola, subirá y bajará del mismo tobogán todos los días porque no quiere enfrentarse a otros que desconozca y prefiere aferrarse a la sencillez, a la seguridad, al pavor del vacío.
Lo peor viene cuando el presenil quiere, desea, ansía y está seguro de que el tobogán está hecho para él y le surgen los achaques propios de la edad…uno ya no está tan ligero, tiene cargas, uno no es tan enérgico ni tan vital, está limitado, uno no es tan común, es diferente, uno no es tan seguro, provoca inseguridad, y lo peor de todo…da igual cómo ansíes tirarte por el tobogán, es igual que pongas todas tus ganas, no importa que describas con paso firme el camino hacia la cumbre y delimites con seguridad el descenso cuidadoso al vacío, porque quién está abajo esperándote, debe saber que puedes traer dos hernias discales, una miopía galopante, una artrosis o simplemente una barriguita entrañable, y ser capaz de ofrecerte la mano cuando asciendes, la mirada cuando bajas, la sonrisa al llegar y el cuerpo para frenarte y enfrentarte a los tropiezos, el que esté abajo debe saber que si te tiras por el tobogán a pesar de tus achaques lo haces como lo hizo el bebé su primera vez, con incertidumbre pero con confianza, con libertad pero guiado, con una sutil o excesiva ayuda que tal vez sea AMOR…el mismo AMOR que demuestra el grande al tirarse por el tobogán sin otorgarle importancia a lo común y establecido, a lo férreo e intransigente, a lo desconocido.
Si nadie te espera al otro lado del tobogán o tiene la incertidumbre de apartarse, tal vez sea mejor no subirte nunca, por muy bonito que sea el descenso y dejar que lo hagan los niños guiados por sus padres o los jóvenes insultantemente osados, y si te has subido y estás en lo más alto, sabes que debes tener precaución por tus achaques y cargas vitales, debes asumirlas, compensarlas y ofrecerle al mundo tu retirada si fuera necesaria, por dolorosa que sea e inútil que te parezca, debes ofrecerle al mundo la posibilidad de que disfruten de los toboganes y no saturar el paso a la cumbre, porque de todos es sabido que a nadie le gustó hacer cola mientras esperaba tirarse por un tobogán.

P.D.:¡¡¡SIEMPRE!!! *****
PINTOR
Nunca es triste acontecer con los hechos
Ni remediar con abrazos
No es liviana la sutileza de un beso
Si acometemos con peso
El delirio de los trazos
Del pintor que con deshechos
Del monte y de los retazos
Aproxima al mundo un trecho
De su vida en mil pedazos
Derruida por los lienzos
Que destruyó haciendo escasos
Y cuando fueron ya miles
Los quemó, entre hojaranzos
Pues nunca encontró la forma
De transmitir al extraño
Lo que su corazón decía
Lo que escondían sus manos. 
RIGOR
Supones que tú supiste que te quería querer
Y presumiste en sus ojos aquel amor florecer.
Trataste con mimo y esmero su breve pestañear.
Su sueño rico y sereno, su dormir, su despertar.
Convertiste su mirada en traviesa ilusión por ti.
Mencionaste una mañana que no podrías vivir…
Sin sus besos, sin su aliento, sin encontrarla otra vez…
A tu lado despertando, cuando empieza a amanecer.
Ilusionaste tu vida, transgrediste la razón.
Hiciste todo por ella, la entregaste el corazón.
Y ahora andas por ahí buscando, un latido que acompase…
La forma de andar erguido y de que el tiempo no pase.
Más el tiempo no conoce de amores ni de virtudes.
El tiempo solo se escapa, manifestando inquietudes…
Que perduran en sí mismo, que no acaban de acabar.
Que torturan al insano, al pobre y enamorado.
Que se marcha cuando le llamas, que viene si le ignoramos.
Y muerto el amor sin vida y naciendo un nuevo sol.
El amor irá surgiendo o vivirá el desamor. *****

1 comentario:

  1. Pues mira tu que yo que soy mas de verso que de prosa, me ha ENCANTADOOOOOO, un beso hermano.-

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