Pueril a mis cuarenta y seis años, puede ser
el indicio de muchas hipótesis y de ambiciosas teorías que se subsanan en el
hilo de una realidad plena de ficciones y vacía de claridad,… pero el adjetivo
que aprendí cuando escuchaba a Luis Eduardo Aute y que tiene acepciones que
pueden confundirse con apocado, extemporáneo, imberbe y si me apuráis
ignorante, para mí se convierten en significados cautos pero sabios sobre lo
que se debe preservar durante toda la vida, sin que se noten mucho, pero sosteniéndolos
con el corazón para que no te abandonen y te ayuden a entender la caprichosa
historia vital.
Tierno es lo que se moldea al tocarlo con tus
manos ya que sería frágil si se rompiera y a la ternura no se la rompe, se la
cautiva con más ternura… y así el molde que resulta de engarzar un cuerpo con
otro, siempre será el resultado de la suavidad al rozar, del amor al
transmitir, del color al repetir la caricia, del aroma del pan tierno cuando se
sabe abrazar sin desmigajar.
Infantil no es un comportamiento inapropiado
ni indebido porque es Infantil, y lo que está creciendo fruto del tiempo, con
una relativa ignorancia del futuro pero con un gran afán por aferrarse al
presente, lo que crece en armonía con su momento y respetado por sus mínimas
metas, avanza y se queda libre de la contaminación de lo ajeno, sin que suponga
egocentrismo pero tal vez sí, egoísmo intuitivo por ser Feliz como se está
siendo, sin importarle mucho lo que pase cuando amanezca o siquiera el hecho
mismo de amanecer.
Inocente no es tonto ni absurdo, no es bobo
ni idiota, inocente es el más honesto porque no le dicta la envidia ni le
contamina la mentira, y la inocencia del ser lucha por sobrevivir frente a las
armas que le destruyen en cuanto se acercan.
Pues con la Inocencia Infantil de un hombre
pueril de cuarenta y seis años que lucha por la ternura, os ofrezco cada
momento de mi retiro y cada minuto de mis sentimientos, guardándome lo que no
puede salir y ofreciendo lo que abrasa en mi cuerpo, y como la contradicción de
las frases…de la misma manera que se posee lo que es libre, me resigno a la
locura y me quedo en ella, me sacrifico por el amor y me quedo en él, me olvido
de la mentira y me aferro a lo transparente, me coloco en la línea de salida de
un tren sin raíles que le lleven a su destino, planto mis manos hacia arriba
para sorprender con las arrugas de mi futuro incognoscible e inexistente, suplo la sonrisa por un esbozo
de guiño sutil para no aventurarme a la ilusión, cancelo las prisas armándome
de paciencia, araño y extraigo el metal precioso del momento inolvidable y lo
engarzo en mi alma para que perdure eternamente, rocío cada ínfima posibilidad
de amar con mi entrega absoluta,…y rumbo a lo PUERIL que pueda parecer todo
esto, sigo mi andadura por una lucha tenaz, desgarradora, dolorosa, terca,
desalmada,…pero a la vez…tierna, infantil, inocente y por lo tanto sincera y
única que me advertirá de la existencia o no del AMOR.
Si existiera el AMOR, se quedaría a mi lado
porque creo en él y en las personas que aun se emocionan al nombrarlo, si
existiera le diría que una vez esté a mi lado, vuele si es necesario a
encontrar las nubes de lo coherente, ame sin rigor ni mesura pero que ame de
verdad.
Le llevaría a ver de cerca los ríos
caudalosos de la pasión para entregarle lo que un cuerpo puede entregar, le
susurraría al oído a cada momento el suspiro del corazón que late a través de
la piel y se entrega hacia la ternura de los labios que se engarzan sin prisa
por acabar el eterno momento de un beso, le abrazaría sin encarcelarle a mis
brazos pero le miraría a los ojos advirtiéndole de mi incondicional entrega, de
mi absoluta certeza, de la mas plena confianza en que EXISTE y que si quiere…le
dejaré el lado derecho de mi lecho para que permanezca allí siempre que
guste.
Y de no existir,… pues el Pueril se
convertiría en inocente y el Infantil en ingenuo, pero seguramente testarudos
por seguir buscando, como un niño busca lo inexistente al caminar…con la misma
ilusión, con la misma incertidumbre y la misma convicción…aunque seguramente
con el mismo paso que tienen los niños…inseguro y según crecen cauteloso de
tropezarse si es que ya se han tropezado alguna vez.
Gracias a Luis Eduardo Aute por utilizar
semejante adjetivo…y que viva la puerilidad y por supuesto el AMOR.
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