Te observo y sonrío como si sintiese que el mundo termina o empieza en la última nota, esperando que tu mano inquieta de sentir y necesitada de aprender, anticipe el movimiento necesario y suficiente para escuchar lo que quieres oir.
Espero a tu lado y el humo se dibuja y se detiene entre tu boca y el resto de lo existente, que se aproxima al ridículo ,comparado con el sutil movimiento nervioso de tus labios.
Quiero acercarme a rozar la piel sensible de tu rostro y temo que el instante cambie. Me detengo y miro, respiro, aprendo a conocerte y apunto cada sutil movimiento, que por indescriptible o imperceptible que pudiera parecerle al mundo, colma de fuerza y constancia el deseo de ser tuyo.
Uno mis manos y se que son tuyas, que te pertenecen como yo. Respiro hasta la espalda y me encuentro en el camino con el corazón, que se ha transformado de carne en cuerpo y ocupa con su latir, el tiempo marcado que paso contigo, las horas infinitas en que eres capaz de convertir el instante que parpadeas y no compruebas lo que te amo.
Impulso mi piel y responde, cuando tranquila, serena, consciente y segura, sobrepasas mi hombro con tu mano y buscas la mía para entrecruzar los dedos con la fuerza medida y suficiente que llena de paz, el torrente de guerra al que a veces no se enfrentarme.
Eres la gota que nunca colmará mi vaso y la espuma que no flotará en mi vida. El viento que no dará nunca la vuelta y la mirada que entiende la mía como si te perteneciera.
Rara es la circunstancia que no conozcas en mi y extraño el gesto que no hayas aprendido. Soy para ti un laberinto horizontal compuesto por dos lineas paralelas que llevan al lobo a encontrar a caperucita o al príncipe con su zapato de cristal a encontrar a la cenicienta.
Odio terminar cada renglón que escribo si se dirige a ti, porque siempre serás un texto sin puntuar. Sin comas ni puntos suspensivos, sin interrogaciones ni puntos y aparte, espero que nunca un punto y final y lo único que cabría incluir sería una gran admiración donde se lea....SIEMPRE. *****
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