Del florecer marchito de un sentimiento…del
nacimiento muerto de un beso apasionado, del cauce seco de un abrazo, del
viento quieto de tus labios, de la alegría triste de tu mirada, del sutil pero
vasto color de tus palabras, de la inapropiada realidad que convierte lo intenso
en frágil, lo eterno en pasajero, lo inmenso en vacío y soledad,… de ese
preciso instante, aparecen las mañanas en la fotografía inhóspita de mis días
lánguidos y pesarosos , en el momento en que la realidad se apodera de la pobre
ilusión que puebla lo vivido sin medida ni condición, por temor a que se aparte
y deshaga, o por el simple hecho de querer vivirla,… por la noble razón de amar
sin medida ni condición.
Inquietud y transición
a una realidad no deseada que se apodera de ti, cuando no la has invitado, ni
siquiera a asomar su aliento, rutina inapropiada e insolente que te dicta un
cambio hiriente que trastocará tus tranquilos sueños.
Qué hace
pensar al profano que puede agasajar
el oído de los “cultos” sin leer, ni estudiar, sin medir ni pautar…con el solo
acto de escuchar y atender, observar y aprender, percibir y sentir, mirar y
amar.
Un ruido en el pecho, augura que se queda
sin fuerza y aquel corazón que latía sin parar y acompasado, cambia su ritmo
seguro y alegre por la más pobre canción de amor…aquella donde la tristeza del
mismo, surge y la crueldad de la sinrazón se apodera de los pulmones,
impidiendo un suspiro, un aliento, un soplo, …un beso.
Emigra el ave en busca
de su lugar de reposo, para encontrar nuevos horizontes y borrar el frío de sus
alas, que sufren atenazadas al cuerpo con el temblor que provoca el invierno
cuando viene sin llamarle e impide el retozar de sus crías, el pavoneo de sus
pretendientes o la simple necesidad de alimentarse, y marchan sabiendo que aquel lago donde pasaron
sus días más felices, tal vez no volverá, porque su instinto nunca les guíe de
nuevo, porque sus alas estén cansadas e inertes, porque el viento cambie de tal
forma que las nubes tapen su destino o porque el lago ya no tenga agua
suficiente para albergarlas.
Nunca piensa
el pintor en crear su obra final,
pues está enamorado de los colores y las formas, de sus pinceles y sus lienzos
como lo hacen las personas, las unas de las otras, cuando el amor existe,
cuando el amor es aquello que no se explica con las palabras ni se entiende con
los sentidos…y por ello el pintor sigue creando sobre el pulcro e impoluto
cuadrado de tela, aquello que siente en cada momento y que impregna de
sentimientos las miradas ajenas, para nunca conseguir lo que impregne de perfección
la realidad imaginaria del sutil deslizar de las crines de su pincel sobre la
sábana tensada de su marco.
Oculto permanece el
músico en su retiro, mientras balancea las corcheas de un lado a otro en un
pentagrama infinito que nunca compondrá, la sinfonía perfecta, la canción
inesperada o el timbre de voz que se asemeje a la melodía de las sirenas.
Mientras, los ufanos alardearán de prestancia en sus
caras, de sonrisas de papel y de presencia en el mundo…Los profanos deberemos emigrar
y permanecer ocultos por padecer un ruido en el pecho, que surge por la inquietud y la transición que les
somete, por temor a florecer
marchitándose, por un temor horrible a no culminar nunca, su obra final.
Es de rigor
someterse a la vida y a sus circunstancias y es justo confiar en que amanece
con puntualidad, pero la vida es efímera y la justicia injusta, las condiciones son cárceles y
siempre amanece para unos pocos.
Qué obliga al
que siente a sentir al revés, al que emprende a dar un paso a atrás o al niño a
callar sin justificar las causas.
Un día seremos
personas, y se nos respetará por serlo, pero ese día será tarde para sacar
nuestras armas…esas que nos ofrecen la condición de pertenecer a la especie
humana, sin necesidad de argumentar ni ofrecer, esas que no dañan al prójimo y
solo ofrecen libertad, esas que no entienden aquellos que no las conocen, esas
armas que desarman al que confía en ellas a pesar de su absoluta inexistencia.
Igual que el
amanecer oscuro y la noche sin estrellas, igual que la rutina inviable o la
constancia sin mesura, igual que el que busca y no haya, igual que el que
siente y no disfruta.
Es duro no gozar
con el amor, por no poder expresarlo y vivirlo con tu cuerpo, es morir en los
brazos de la piel deseada, es vivir en la ausencia de respeto, es nacer sin
condición humana.
Raquíticas
fuerzas se alían en torno al muro de las lamentaciones de tu cuerpo, cuando
está vacío y usado, roto y desalojado, mermado y constituido por los trozos
vivos de tu razón.
El amor no existe,
ya sabéis que nunca creí en él, porque cuando confías te lastra, cuando te
entregas te para, cuando te ofreces te frena, cuando le conoces….SE MARCHA.
Si está por
ahí, llamadle, decidle que no confío, pero le puedo dar todo, le puedo enseñar
un sueño, decidle que no es mentira y probarle sin ningún freno, avisadle de
mis lacras, de mi cárcel, de mi miedo…y si le encontráis y quiere, decidle que
aquí le espero, roto, partido, encarcelado, pero con mucho respeto, para
abrirle el camino al mundo, para respetar su credo….
Y…
No romperé mis
caminos ni hipotecaré mis ojos, porque son ellos los que me ofrecen tu mirada.
Menciona mi
nombre y buscaré en el aire el camino de tu aliento para llegar a tus labios.
Osa pedir al
viento que seque tus lágrimas y le llamaré para que impida que se derramen.
Enuncia un
verso y culminaré una poesía.
P.D. “ No se me ocurre nada...tal vez será porque lo haya dado todo"*****
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