sábado, 22 de febrero de 2014

¿?


Sentir que tu pulso se acelera y tus ojos se abren mientras tus manos se tornan tersas y tu sonrisa aparece, desde el despertar.
Ordenar el día con tu mirada serena y tu caminar certero, piropear al cielo por dejarte admirar su grandeza y fulminar tu cordura pues estás loco y pleno de felicidad.



Lanzar mil besos al aire y esperar a que los recojan entre manos, mejillas y labios, pues se hicieron para ellos.

Ostentar el cargo de poder más grande que nunca pudiste tener y que no es otro que el de sentirte tu, sin remilgos ni miramientos, sin pensar en nada mas, simplemente tu.

Parar al mayor y mirarle a los ojos, al pequeño y acariciar su pelo, al insolente y obviarle, al enamorado y no envidiarle.

Alagar con tus guiños de palabras sostenidas por el tiempo, al que quiera escuchar tu voz, pausada y detenida por la seguridad, amplia y llena de verdades, complicada de entender pero fácil de intuir.

Ríes, sonríes, das, ofreces, buscas, encuentras, observas y admiras.

Ambientes de luces, y brotes nuevos, que esperan al sol para ensanchar la belleza del paisaje, mientras tiemblan por la incertidumbre del que los mira.

Quiero salir a la calle y saltar, o gritar, o tal vez cantar en una plaza llena de gente para que sepan que estoy y que existo, que no pienso en detenerme, que el impulso es mi latir y el paso mi cometido.

Un río de cristalinas aguas llena tus ojos y ves certero lo que quieres, un mar de pobladas lágrimas se esconden sin saber por dónde salir, porque las cerraste el paso y las llenaste de claridad en el pensamiento y de sendas por donde andar.

Eriza tu bello el sutil despertar de la brisa, y sientes tu piel, esa que sabe sentir y recibir, brillar y adormecer, calmar y apasionar.

Mañana es tan tarde que hoy me he puesto el traje de alegría, bordado con hilos de grandeza, ceñido con pespuntes de miradas sinceras y abrochado con mil sonrisas.

Es el principio de algo, como siempre, pues nada es sin empezar, y por eso hay que aferrarse a ello, sin temor ni tristeza.

Limpiaré la suela de mis zapatos para que no ensucien tus pasos si por allí has pisado.

Empezaré a mirarte a los ojos de frente y sin pestañear para no perderme un instante de ti.

Acariciaré sin que te des cuenta, tu cara con mi mirada.

Sabré que soy uno más y no un ser especial, para aplacar mis aires de grandeza a tu lado, pero seguiré estando.

P.D. “Bienvenida Felicidad" *****

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