Cierto día postulé algo que,
como la mayoría de las afirmaciones, solo se convierten en teoría de someterse
a un montón de exhaustivas pruebas que constatan que una vulgar hipótesis sea
una verdad en toda regla…confié mucho en ella y de hecho la probé y la probé
hasta que pude decir en voz alta que me parecía curioso que algo tan simple
coincidiera de manera tan clara con otro tipo de curiosidades vitales…la
iluminé con mis palabras, la proferí con mis labios y en ese mismo instante me
di cuenta de que no era cierta sino pasajera, efímera, transitoria, fugaz como
la mayoría de las afirmaciones que se me han ocurrido o se me siguen ocurriendo
en la vida, y que aquello que podría inferir en mis sentimientos y en mi
presente, que no es otra cosa que mis sentidos, se esfumó despacio porque lo
que duele no suele desaparecer en un momento, y suele regocijarse en lo bueno
para trastocarlo y convertirlo en parcial, inusual, increíble y a la vez mentira.
Seguro que os preguntáis sobre
la hipótesis que pretendía convertirse en la nueva teoría de la relatividad y
lo cierto es que era algo simple, como su creador, ufano como el momento en que
nació y soso como me siento en la intimidad de mi ser, que no es otra cosa que
la publicidad del que me rodea…
Al grano…;) el caso es que enredando el cable
de la batería de mi portátil, que no es otro que el que le proporciona un
mínimo de “vida” a mi amigo de noches interminables, decidí hacerlo de forma
ordenada y tranquila, con el único objetivo de que ocupara menos espacio en mi
mochila negra de todos los días, y así poder encontrarlo con facilidad e
impedir que éste se enredara entre el resto de trastos que acumulo en la que
sostiene mis hombros y transporta mi comida, los exámenes de mis alumnos, mi
navaja multiusos y algún que otro trasto que quise retirar en su día, por
inválido, pero que nunca me decidí a hacerlo,… Y mientras enredaba el artilugio
feo y basto, pensaba que habría que dar un paso en la hipótesis y comprobar si
la validez del perfecto enredado del cablecito en cuestión, podría conseguir
más objetivos que el mínimo de no arrastrar aquello que no debe, o el de ocupar
menos espacio en mi enorme mochila negra…ni corto ni perezoso saque el cable
con una relativa intranquilidad y me dispuse a sostenerlo de un extremo que
quedaba libre y dejarlo caer suavemente sobre el suelo de tarima que me aguanta
últimamente, para ver si este se desliaba con soltura y orden como en sus
orígenes me había preocupado yo en colocar, y así lo hizo…ese cable inerte y
tosco cayó al suelo como debía hacerlo y produjo un sonido opaco como su color,
que me hizo sonreír por el éxito parcial de mi postulado hipotético.
Lo cierto es que todo esto no
empieza de manera arbitraria, ya que cualquiera de nosotros hemos pensado en
qué tipo de maquinaria o ser humano extraño era el que se ocupaba de organizar
la caja de un electrodoméstico, de forma tan correcta que jamás nos
acercaríamos a imitarlo aun sacando uno
solo de los objetos que la conformasen. Y
estoy seguro de que más de uno hemos intentado organizar, al menos un cable,
con la misma exactitud que lo hacen aquellos o aquello que se atreve a hacerlo
la primera vez y en pocas ocasiones lo hemos conseguido…por lo tanto, coincido
en que mi manía de buscar algo transcendental en lo cotidiano no fue elegido
sino aprendido por el instinto social de resolver misterios.
Pues seguí enredando y
desplegando el cable de mi ordenador personal, hasta que me di cuenta de que si
ponía interés en su colocación, surtía efectos, y repercutía positivamente
sobre el desenredado del mismo, o lo que es igual, que si invertía un poquito
más de tiempo en aquél procedimiento sencillo, repercutía muy notablemente
sobre mi vida, ya que no tenía que recoger las cosas que tiraba el cable,
cuando lo arrastraba desde el interior y hacia afuera para conectarlo a la red
eléctrica, ni tampoco tenía que desatar los nudos que hacían imposible
conservar la longitud del mismo, procurándome esta situación un bienestar
extraño y relativamente duradero.
Pero claro, semejante
gilipollez, no puede ser el inicio de una teoría rotunda e incombustible, pero,
muy seguro de la misma, la intuí y la comuniqué a mi hada, que miró desde la
oscuridad del sitio a mis ojos con un relativo escepticismo y asumió que
viniendo de mí…podría ser válido e incluso extrapolable a la realidad como era
mi objetivo final,… por lo tanto continué haciéndome preguntas reales sobre
aquel hecho de ficción en el que se iba a convertir mi momento de lucidez.
Y comencé a preguntarme, las
razones que me habían llevado al olvido transitorio de aquellos objetos que no
me aportaban nada en el fondo de mi mochila y que obstruían el paso de mi
anárquico cable cuando se dirigía firme aunque irregular al mundo exterior,
aportándome este momento una disertación bastante razonable a propósito de la
realidad vivida y por vivir, que no es otra que la de pensar que es mejor
apartar de tu camino aquello que lo obstruye, que intentar conquistar los
huecos de tu vida con una pormenorizada organización, respeto y decoro que te
llevara a oxigenar la misma, o dicho de otra forma, que tal vez no merezca la
pena intentar ser tan correcto, tan ordenado, tan bueno, tan inusualmente
obstinado con el BIEN, y simplemente debería dirigirme, al igual que mi cable,
hacia el exterior, sin importarme mucho lo que me encuentre por medio, ya que
la fuerza con la que tiras de sus extremos, hace que el objetivo final se
cumpla, sin necesidad de invertir tiempo en colocar con mesura el artilugio o
entendido de otra manera obviando un poco más lo que te circunda y pensando
algo más en ti.
Una vez estás fuera, puedes
funcionar con una relativa tranquilidad, ya que no hay nada que te impida el
desarrollo de tu vida y en el caso del cable, nada que le impida conectarse a
la red eléctrica, salvo, eso sí, los nudos que puedan aparecer en el mismo y
que se forman por la apretura a la que se ve sometido después de un relativo
tiempo en mi mochila y los traslados de un lado a otro desde su lugar de origen
hasta el retiro obscuro en el que se tiene que ver cuando llega a su humilde
hospedaje…Y esto??? Tiene algo que ver esto con la realidad??? ¡¡¡Pues claro
que si!!!, como todo en la vida si le prestas atención y te calientas la cabeza
en pensarlo…¿o no es cierto que todos vamos a nuestro trabajo enredados en
nuestras cosas, pensando en lo que tenemos que hacer, escuchando las noticias
nada halagüeñas que nos engañan y moviéndonos de un lado a otro sin parar? ¿Y
es menos cierto que una vez llegas al sitio, sigues enredado? Pues eso, …yo
pienso que también nosotros llegamos cortos de longitud, como el cargador del
portátil, y eso, aun no mermando el desarrollo “normal” de nuestro trabajo, si
ocasiona en nuestro cuerpo, que no es otro que el motor de nuestras acciones,
un acortamiento de las posibilidades, una merma de la capacidad de reacción, un
lastre en nuestras emociones y…dependiendo del trabajo que cada uno realice, a
veces se puede llegar a convertir en una incapacidad fáctica para el desarrollo
de una labor verdaderamente efectiva.
Bueno pues eso no es todo ya que
lo último me obliga a que de nuevo hay que meter el cablecito en cuestión en la
mochila o llevado a un mundo más o menos humanizado, debemos volver a casa
donde a veces estás desconectado y a veces no, pero si no te has preocupado de
desenredar los nudos, siempre estarás con una falta de elasticidad para el
desarrollo de todas tus funciones vitales, sociales y personales.
Y es aquí donde empieza a fallar
la hipótesis, ya que me obliga a reconstruirla desde sus inicios y pensar que a
pesar de no tener la obligación de enredarle bien para que salga con fuerza y
elimine los baches y prejuicios de nuestras vidas, tal vez deberíamos desatar
los nudos que impiden que nos movamos con soltura y libertad, con energía y
firmeza, con emoción y alegría.
Pero surge una contradicción
sencilla,… si cuido mi cable…este no arranca los objetos que me obstruían y si
lo dejo suelto se hace nudos…obligándome a reconstruir la hipótesis para sacar
conclusiones más concluyentes (perdón) obstinándome desde ese momento en ser
meticuloso con todo, en mi quehacer diario, me encerré en la bondad, la
coherencia, el amor, la verdad…sin percatarme de lo que ocurriría ya que
sustituí los nudos por los baches o los baches por los nudos…cambié mi orden
por mi arrojo o mi libertad por la verdad y no conseguí de ninguna de las
formas saber si era mejor atar bien el cable o dejarlo suelto y anudado.
Pero un día pasó lo que a todos
nos suele pasar y es que te das de bruces contra la misma esfera de tierra y
agua que es nuestro planeta y te comes todo su contenido sin apenas digerirlo,
obstruyendo toda capacidad de reacción, indigestando el primer nutriente, que
con más amor que nadie, fue capaz de ofrecerte tu madre y negando que mi teoría
fuese extrapolable a nada ni a nadie ya que se convertía desde ese momento en
una IDIOTEZ, amplia en contenido y angosta en recorrido como lo pudiera ser el
dichoso cable de las narices de dejarle a su rollo anudándose y anudándose
hasta límites insospechados…y ocurrió ese maldito día que, en un alarde de
ironía y arrojo, de soberbia e ignorancia, de alegría y de calma me dispuse a
soltar de su cárcel particular de orden y rigidez a mi cable como lo hice en
algún momento con mi vida y él mismo fue el encargado de ponerme en mi sitio,
de bajarme del pedestal en que me encontraba y obligarme a soportar mi peso con
la única fuerza de la planta de mis pies,… fue el maldito artilugio negro,
robusto y tosco el que me dijo que no tenía ninguna razón y nunca la conseguiría si pensaba de una forma unívoca sin dejar
entrar en mi vida las razones más intransigentes o las libertades más
encontradas.
Lo hizo como acostumbran a
hacerlo los objetos inertes, que no es de otra forma que mostrando su materia y
advirtiendo que lo único que podemos sacar de ellos es eso, que lo único que
tienen y ofrecen es eso, que lo único que es capaz de dar un organismo inerte
es materia, y fue la materia y los materiales de que estaba fabricado y los
caprichos de sus formas los que dieron al traste con mi IMBECILIDAD
TRANSITORIA, ya que cuando me disponía a desenredarlo por enésima vez, éste
adquirió una forma extraña que nunca había adoptado desde que inicié mis
pruebas con él y se enredó al desenredarse en uno de los salientes de metal que
lo constituían, quedando claro que por mucho que quisiera esforzarme por
ordenarle, él podría sujetarse en cualquier resquicio, agarrarse a cualquier
saliente, aferrarse a cualquier objeto, impidiendo que la vida se desarrolle
con soltura de principio a fin y que por mucho que te esfuerces en educarte,
cuidarte, amarte…cualquier ruin y arbitrario momento vital puede descuidar la
educación y el amor que has entregado durante tu trayectoria vital
transformándola, en un segundo, en un enredo lleno de sorna que no explica,
salvo la arbitrariedad de la razón y la injusticia de la intransigencia o la
intransigencia de lo común.
Qué impotente me sentí cuando me
percaté de mi ignorancia, qué impotente me hizo sentir aquel mínimo ejemplo de
la verdad, qué impotente se siente un hombre cuando no sabe culminar su
objetivo natural, que impotencia tan grande saber que lo más fácil es imposible
y lo más posible es difícil de conseguir, que estéril es para algunos el amor
sin culminar y que infructuoso toparte con la impotencia del ser.
Asumido el fracaso en mi vida y
en mis pensamientos absurdos, derrotado por la trayectoria absurda de un hilo
de cobre, invadido de la pena más grande nunca sentida y reventado por no
encontrar una razón real por la que seguir luchando, me veo en la obligación de
sacar conclusiones del ENTRAMADO DE TONTERÍAS en el que me había sumido,
partiendo de la idea nimia de que yo fuera o representara algo para el exterior
de mi ser y los que se acercan, e incluso se cuelan dentro de mí dejando un
rastro imborrable entre las vísceras que me componen…
Puesto en movimiento después del
letargo del pensamiento, fuera ya de la trayectoria que marca mi sangre en
dirección al cerebro, me acostumbro a vivir con la marca que dejan los
ganaderos en los lomos de sus reses y que nunca serán capaces de
sustituir…porque soy consciente que nunca podre olvidar nada que ha sido
grabado en mí a fuego y a sangre, nada cambiará en mi forma de pensar por mucho
que el hilo se enrede o desenrede, se anude o se deslíe con suavidad, se choque
contra el suelo o quede pendiente en el aire o suspendido en el suelo frío de
la soledad.
Nunca borraré lo imborrable,
siempre perseguiré lo improbable más nunca iniciaré el paseo hacia el daño
ajeno por mínimo que sea, cuando lo ajeno es lo más imborrable, cuando lo ajeno
es lo más amado, cuando lo ajeno nunca saldrá de mi cuerpo, cuando lo ajeno
permanecerá eternamente, cuando lo ajeno eres tú.
Si alguien se ha animado a
llegar hasta aquí y ha entendido mínimamente lo expresado, debería mandarme un
mail, dejar un comentario o llamarme por teléfono para contármelo…de no ser
así, ha invertido un tiempo precioso en leer un pensamiento en voz alta lleno
de locura y desorganización…
P.D.:Nunca te fijes demasiado en el cargador de un portátil, salvo que quieras acabar loco.
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P.D.:Nunca te fijes demasiado en el cargador de un portátil, salvo que quieras acabar loco.
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Joder Niño yo lo he leido y acabo de mirar donde tengo el cable del ordenador?? me acabo de dar cuenta que está enchufado a él, importante?? bueno sabes que ahora mismo lo importante eres TÚ, el cable que le den...BESO HERMANO.-
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