jueves, 29 de noviembre de 2012

EL CABLE DE MI ORDENADOR


Cierto día postulé algo que, como la mayoría de las afirmaciones, solo se convierten en teoría de someterse a un montón de exhaustivas pruebas que constatan que una vulgar hipótesis sea una verdad en toda regla…confié mucho en ella y de hecho la probé y la probé hasta que pude decir en voz alta que me parecía curioso que algo tan simple coincidiera de manera tan clara con otro tipo de curiosidades vitales…la iluminé con mis palabras, la proferí con mis labios y en ese mismo instante me di cuenta de que no era cierta sino pasajera, efímera, transitoria, fugaz como la mayoría de las afirmaciones que se me han ocurrido o se me siguen ocurriendo en la vida, y que aquello que podría inferir en mis sentimientos y en mi presente, que no es otra cosa que mis sentidos, se esfumó despacio porque lo que duele no suele desaparecer en un momento, y suele regocijarse en lo bueno para trastocarlo y convertirlo en parcial, inusual, increíble y a la vez mentira.
Seguro que os preguntáis sobre la hipótesis que pretendía convertirse en la nueva teoría de la relatividad y lo cierto es que era algo simple, como su creador, ufano como el momento en que nació y soso como me siento en la intimidad de mi ser, que no es otra cosa que la publicidad del que me rodea…
Al grano…;) el caso es que enredando el cable de la batería de mi portátil, que no es otro que el que le proporciona un mínimo de “vida” a mi amigo de noches interminables, decidí hacerlo de forma ordenada y tranquila, con el único objetivo de que ocupara menos espacio en mi mochila negra de todos los días, y así poder encontrarlo con facilidad e impedir que éste se enredara entre el resto de trastos que acumulo en la que sostiene mis hombros y transporta mi comida, los exámenes de mis alumnos, mi navaja multiusos y algún que otro trasto que quise retirar en su día, por inválido, pero que nunca me decidí a hacerlo,… Y mientras enredaba el artilugio feo y basto, pensaba que habría que dar un paso en la hipótesis y comprobar si la validez del perfecto enredado del cablecito en cuestión, podría conseguir más objetivos que el mínimo de no arrastrar aquello que no debe, o el de ocupar menos espacio en mi enorme mochila negra…ni corto ni perezoso saque el cable con una relativa intranquilidad y me dispuse a sostenerlo de un extremo que quedaba libre y dejarlo caer suavemente sobre el suelo de tarima que me aguanta últimamente, para ver si este se desliaba con soltura y orden como en sus orígenes me había preocupado yo en colocar, y así lo hizo…ese cable inerte y tosco cayó al suelo como debía hacerlo y produjo un sonido opaco como su color, que me hizo sonreír por el éxito parcial de mi postulado hipotético.
Lo cierto es que todo esto no empieza de manera arbitraria, ya que cualquiera de nosotros hemos pensado en qué tipo de maquinaria o ser humano extraño era el que se ocupaba de organizar la caja de un electrodoméstico, de forma tan correcta que jamás nos acercaríamos a  imitarlo aun sacando uno solo de los objetos que la conformasen.  Y estoy seguro de que más de uno hemos intentado organizar, al menos un cable, con la misma exactitud que lo hacen aquellos o aquello que se atreve a hacerlo la primera vez y en pocas ocasiones lo hemos conseguido…por lo tanto, coincido en que mi manía de buscar algo transcendental en lo cotidiano no fue elegido sino aprendido por el instinto social de resolver misterios.
Pues seguí enredando y desplegando el cable de mi ordenador personal, hasta que me di cuenta de que si ponía interés en su colocación, surtía efectos, y repercutía positivamente sobre el desenredado del mismo, o lo que es igual, que si invertía un poquito más de tiempo en aquél procedimiento sencillo, repercutía muy notablemente sobre mi vida, ya que no tenía que recoger las cosas que tiraba el cable, cuando lo arrastraba desde el interior y hacia afuera para conectarlo a la red eléctrica, ni tampoco tenía que desatar los nudos que hacían imposible conservar la longitud del mismo, procurándome esta situación un bienestar extraño y relativamente duradero.
Pero claro, semejante gilipollez, no puede ser el inicio de una teoría rotunda e incombustible, pero, muy seguro de la misma, la intuí y la comuniqué a mi hada, que miró desde la oscuridad del sitio a mis ojos con un relativo escepticismo y asumió que viniendo de mí…podría ser válido e incluso extrapolable a la realidad como era mi objetivo final,… por lo tanto continué haciéndome preguntas reales sobre aquel hecho de ficción en el que se iba a convertir mi momento de lucidez.
Y comencé a preguntarme, las razones que me habían llevado al olvido transitorio de aquellos objetos que no me aportaban nada en el fondo de mi mochila y que obstruían el paso de mi anárquico cable cuando se dirigía firme aunque irregular al mundo exterior, aportándome este momento una disertación bastante razonable a propósito de la realidad vivida y por vivir, que no es otra que la de pensar que es mejor apartar de tu camino aquello que lo obstruye, que intentar conquistar los huecos de tu vida con una pormenorizada organización, respeto y decoro que te llevara a oxigenar la misma, o dicho de otra forma, que tal vez no merezca la pena intentar ser tan correcto, tan ordenado, tan bueno, tan inusualmente obstinado con el BIEN, y simplemente debería dirigirme, al igual que mi cable, hacia el exterior, sin importarme mucho lo que me encuentre por medio, ya que la fuerza con la que tiras de sus extremos, hace que el objetivo final se cumpla, sin necesidad de invertir tiempo en colocar con mesura el artilugio o entendido de otra manera obviando un poco más lo que te circunda y pensando algo más en ti.
Una vez estás fuera, puedes funcionar con una relativa tranquilidad, ya que no hay nada que te impida el desarrollo de tu vida y en el caso del cable, nada que le impida conectarse a la red eléctrica, salvo, eso sí, los nudos que puedan aparecer en el mismo y que se forman por la apretura a la que se ve sometido después de un relativo tiempo en mi mochila y los traslados de un lado a otro desde su lugar de origen hasta el retiro obscuro en el que se tiene que ver cuando llega a su humilde hospedaje…Y esto??? Tiene algo que ver esto con la realidad??? ¡¡¡Pues claro que si!!!, como todo en la vida si le prestas atención y te calientas la cabeza en pensarlo…¿o no es cierto que todos vamos a nuestro trabajo enredados en nuestras cosas, pensando en lo que tenemos que hacer, escuchando las noticias nada halagüeñas que nos engañan y moviéndonos de un lado a otro sin parar? ¿Y es menos cierto que una vez llegas al sitio, sigues enredado? Pues eso, …yo pienso que también nosotros llegamos cortos de longitud, como el cargador del portátil, y eso, aun no mermando el desarrollo “normal” de nuestro trabajo, si ocasiona en nuestro cuerpo, que no es otro que el motor de nuestras acciones, un acortamiento de las posibilidades, una merma de la capacidad de reacción, un lastre en nuestras emociones y…dependiendo del trabajo que cada uno realice, a veces se puede llegar a convertir en una incapacidad fáctica para el desarrollo de una labor verdaderamente efectiva.
Bueno pues eso no es todo ya que lo último me obliga a que de nuevo hay que meter el cablecito en cuestión en la mochila o llevado a un mundo más o menos humanizado, debemos volver a casa donde a veces estás desconectado y a veces no, pero si no te has preocupado de desenredar los nudos, siempre estarás con una falta de elasticidad para el desarrollo de todas tus funciones vitales, sociales y personales.
Y es aquí donde empieza a fallar la hipótesis, ya que me obliga a reconstruirla desde sus inicios y pensar que a pesar de no tener la obligación de enredarle bien para que salga con fuerza y elimine los baches y prejuicios de nuestras vidas, tal vez deberíamos desatar los nudos que impiden que nos movamos con soltura y libertad, con energía y firmeza, con emoción y alegría.
Pero surge una contradicción sencilla,… si cuido mi cable…este no arranca los objetos que me obstruían y si lo dejo suelto se hace nudos…obligándome a reconstruir la hipótesis para sacar conclusiones más concluyentes (perdón) obstinándome desde ese momento en ser meticuloso con todo, en mi quehacer diario, me encerré en la bondad, la coherencia, el amor, la verdad…sin percatarme de lo que ocurriría ya que sustituí los nudos por los baches o los baches por los nudos…cambié mi orden por mi arrojo o mi libertad por la verdad y no conseguí de ninguna de las formas saber si era mejor atar bien el cable o dejarlo suelto y anudado.
Pero un día pasó lo que a todos nos suele pasar y es que te das de bruces contra la misma esfera de tierra y agua que es nuestro planeta y te comes todo su contenido sin apenas digerirlo, obstruyendo toda capacidad de reacción, indigestando el primer nutriente, que con más amor que nadie, fue capaz de ofrecerte tu madre y negando que mi teoría fuese extrapolable a nada ni a nadie ya que se convertía desde ese momento en una IDIOTEZ, amplia en contenido y angosta en recorrido como lo pudiera ser el dichoso cable de las narices de dejarle a su rollo anudándose y anudándose hasta límites insospechados…y ocurrió ese maldito día que, en un alarde de ironía y arrojo, de soberbia e ignorancia, de alegría y de calma me dispuse a soltar de su cárcel particular de orden y rigidez a mi cable como lo hice en algún momento con mi vida y él mismo fue el encargado de ponerme en mi sitio, de bajarme del pedestal en que me encontraba y obligarme a soportar mi peso con la única fuerza de la planta de mis pies,… fue el maldito artilugio negro, robusto y tosco el que me dijo que no tenía ninguna razón y nunca la conseguiría  si pensaba de una forma unívoca sin dejar entrar en mi vida las razones más intransigentes o las libertades más encontradas.
Lo hizo como acostumbran a hacerlo los objetos inertes, que no es de otra forma que mostrando su materia y advirtiendo que lo único que podemos sacar de ellos es eso, que lo único que tienen y ofrecen es eso, que lo único que es capaz de dar un organismo inerte es materia, y fue la materia y los materiales de que estaba fabricado y los caprichos de sus formas los que dieron al traste con mi IMBECILIDAD TRANSITORIA, ya que cuando me disponía a desenredarlo por enésima vez, éste adquirió una forma extraña que nunca había adoptado desde que inicié mis pruebas con él y se enredó al desenredarse en uno de los salientes de metal que lo constituían, quedando claro que por mucho que quisiera esforzarme por ordenarle, él podría sujetarse en cualquier resquicio, agarrarse a cualquier saliente, aferrarse a cualquier objeto, impidiendo que la vida se desarrolle con soltura de principio a fin y que por mucho que te esfuerces en educarte, cuidarte, amarte…cualquier ruin y arbitrario momento vital puede descuidar la educación y el amor que has entregado durante tu trayectoria vital transformándola, en un segundo, en un enredo lleno de sorna que no explica, salvo la arbitrariedad de la razón y la injusticia de la intransigencia o la intransigencia de lo común.
Qué impotente me sentí cuando me percaté de mi ignorancia, qué impotente me hizo sentir aquel mínimo ejemplo de la verdad, qué impotente se siente un hombre cuando no sabe culminar su objetivo natural, que impotencia tan grande saber que lo más fácil es imposible y lo más posible es difícil de conseguir, que estéril es para algunos el amor sin culminar y que infructuoso toparte con la impotencia del ser.
Asumido el fracaso en mi vida y en mis pensamientos absurdos, derrotado por la trayectoria absurda de un hilo de cobre, invadido de la pena más grande nunca sentida y reventado por no encontrar una razón real por la que seguir luchando, me veo en la obligación de sacar conclusiones del ENTRAMADO DE TONTERÍAS en el que me había sumido, partiendo de la idea nimia de que yo fuera o representara algo para el exterior de mi ser y los que se acercan, e incluso se cuelan dentro de mí dejando un rastro imborrable entre las vísceras que me componen…
Puesto en movimiento después del letargo del pensamiento, fuera ya de la trayectoria que marca mi sangre en dirección al cerebro, me acostumbro a vivir con la marca que dejan los ganaderos en los lomos de sus reses y que nunca serán capaces de sustituir…porque soy consciente que nunca podre olvidar nada que ha sido grabado en mí a fuego y a sangre, nada cambiará en mi forma de pensar por mucho que el hilo se enrede o desenrede, se anude o se deslíe con suavidad, se choque contra el suelo o quede pendiente en el aire o suspendido en el suelo frío de la soledad.
Nunca borraré lo imborrable, siempre perseguiré lo improbable más nunca iniciaré el paseo hacia el daño ajeno por mínimo que sea, cuando lo ajeno es lo más imborrable, cuando lo ajeno es lo más amado, cuando lo ajeno nunca saldrá de mi cuerpo, cuando lo ajeno permanecerá eternamente, cuando lo ajeno eres tú.
Si alguien se ha animado a llegar hasta aquí y ha entendido mínimamente lo expresado, debería mandarme un mail, dejar un comentario o llamarme por teléfono para contármelo…de no ser así, ha invertido un tiempo precioso en leer un pensamiento en voz alta lleno de locura y desorganización…

P.D.:Nunca te fijes demasiado en el cargador de un portátil, salvo que quieras acabar loco.
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1 comentario:

  1. Joder Niño yo lo he leido y acabo de mirar donde tengo el cable del ordenador?? me acabo de dar cuenta que está enchufado a él, importante?? bueno sabes que ahora mismo lo importante eres TÚ, el cable que le den...BESO HERMANO.-

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