Y me acerqué desconsolado,
después de mi fracaso teórico con el
cable de mi ordenador, al mundo de los objetos, al paraíso de la inspiración, a
la fuente de la materia… y fijé mis ojos en dos botes de gel y champú que hay
en mi casa,… sin marca, sin reconocimiento social, pero que han hecho su
servicio y permanecen acabados, terminados, exprimidos, obsoletos, añejos… y si
miráramos en su interior, yo diría que hasta rancios, esperando que alguien, y
en este caso el único alguien soy yo, porque practico la soledad, se acerque a
ellos y los eche a la basura con el único fin de quitarlos de en medio o si
practicaran la labor social del reciclado, que no es mi caso, para convertirse
en un futuro en otro bote o tal vez en una espumadera barata producto de la aleación
del plástico con algún elemento químico extraño y austero que se hayan
inventado para minimizar los gastos del material ignífugo aunque sea a costa de
investigar y testar con un pobre animal.
Yo siempre miraba a los
continentes del jabón en cuestión, con el firme propósito de deshacerme de
ellos, justo en el momento en el que postraba el nuevo recipiente a su lado y
hacía acopio de él para purificar mi cuerpo, para limpiar mis pequeñas
inmundicias, refrescar mis recuerdos e incluso en alguna ocasión con la
absoluta convicción de salir más limpio a la calle, pero ocurría con la misma
normalidad, que pasaban los días y una vez terminado el ritual de la ducha
diaria, continuaba el del secado concienzudo pisando sobre la toalla extendida
en el suelo, pasaba después a adecentar el pelo y colocarlo con el chorro de
aire caliente de mi secador que siempre extraía del mueble del baño con el
cable perfectamente enredado sobre la parte cilíndrica del mismo y que al
contrario del de mi ordenador, éste si era muy constante en su desenredado,
creando al final un efecto de muelle que iluminaba con una breve sonrisa las
mañanas somnolientas que nos acompañan a los que madrugamos, y aunque entraba
en la ducha y miraba aquellos dos cuerpos de plástico olvidados en el suelo
frío de una ducha, siempre los dejaba allí y no hacía nada por separarlos de su
retiro burdo y aburrido.
Vaya locura esto de pensar en
las cosas y en el significado de las mismas, sobre todo cuando la invalidez de
los recipientes en cuestión no cabía ninguna duda, ya que habían perdido hasta
sus pegatinas baratas en el chocar continuo de las gotas de agua sobre cada uno
de sus centímetros de plástico, habían sido exprimidos hasta el final e incluso
enjuagados para abaratar costes, rentabilizar el medio ambiente y optimizar los
recursos económicos en los que me veía sumido últimamente, … pero esto, lejos
de avergonzarme, me hizo reflexionar y decidir que, tal vez, las personas
tengamos una vida semejante a la de un triste gel barato que regalan en las
farmacias con la compra de un paracetamol genérico, independientemente de la
carestía del mismo producida por el capricho imbécil de cobrar más caros los
productos necesarios a aquellos que menos tenemos, … pero eso tal vez sería
otro tema y no me veo capaz de afrontarlo; lo que si me inquietó era la
posibilidad de establecer la comparación desvergonzada del jabón de mi ducha,
que por cierto es prestado, porque ya estaba en casa cuando llegué, con la vida
de alguno de nosotros.
Ese elemento indispensable para
casi todos nosotros comienza su vida de forma inesperada cuando alguien se
aproxima a él y lo huele de la misma forma que nos encanta respirar el aroma
limpio, puro y dulce de un bebé recién nacido, que no es más que la esencia de
la vida.
Nos encanta estrenar y
disfrutamos muchísimo de nuestra primera ducha con aquel gel, de la misma forma
que cuando nuestros cachorros son pequeños y los tenemos cerca, ponemos algún
que otro sentido más a los cinco que pensamos tener, para poder empaparnos de
sus vivencias, de sus progresos, del
cambio mínimo en la estructura de su piel, de su lento y fugaz paso al
sistema adulto, y con un cuidado especial para que no caigan nunca en nada malo
de lo mucho que nos creemos que les
rodea.
Así mimamos a nuestros
compañeros de ducha cuando están llenos por miedo a que viertan su contenido en
el suelo y podamos caernos, o lo que es peor, que se caiga o derrame su
contenido hasta tal punto que tengamos que comprar uno nuevo antes de lo
esperado.
La vida no es tan amarga como
este suceso ya que nuestras vidas no se suelen derramar en el suelo y, de
derramarse no podríamos comprar una nueva… ¿o tal vez si? Joder, pues el caso
es que hay vidas que recién estrenadas se derraman y desaparecen y otras que
han sido compradas por los sentimientos ajenos,
hay momentos vitales que habría que tirar al suelo para que la lluvia se
encargara de ellos y los convirtiera en espuma blanca que nunca se evaporase
por el calor del sol para que no vuelvan nunca al ciclo del agua y pudieran
aparecer en nuestra existencia y también soy de la manera de pensar que si las
vidas se pudieran comprar no estaríamos tan vendidos a los demás y seríamos
propiedad nuestra.
No somos de nuestra propiedad y
no nos abandonamos y somos capaces de abandonar eternamente dos botes vacios…
¿será porque están vacíos? Ya no valen para nada, son inválidos, ya no son
aptos para nada, son ineptos, ya no son capaces de resolver nuestros mínimos
problemas higiénicos, son incapaces, ya no tienen la vitalidad que tenían
cuando respiramos su olor la primera
vez, están muertos…pero esto no tiene nada que ver con la vida ¿verdad? O es
que los humanos olvidamos ni siquiera ligeramente a los semejantes por ser
inválidos, ineptos, incapaces…no es así…de hecho siempre los tenemos presentes
y nos esforzamos por ayudarles a superar sus problemas, intentamos educar a
nuestra sociedad para que se den cuenta de que por ser menos válidos o menos
capaces, no tienen por qué estar apartados en una esquina y prescindir de ellos
e incluso llegar a olvidarlos o pretenderlo porque estorban…¡¡no!! Estoy seguro
de que no es así, estoy seguro de que según pasa el tiempo y el contenido de
los geles va desapareciendo, al igual que desaparecen determinados valores o
capacidades que tenemos, la gente no te aparta ni se olvida de ti, no puede ser
verdad que el paso del tiempo vacíe algo hasta tal punto de convertirse en un
triste olvido.
Ahora me da por pensar, que tal
vez estuviera ironizando, pero tampoco estoy muy seguro de que cuando la
vitalidad se pierde, se olviden de ti, porque la gente mayor siempre ha sido la
más respetada socialmente, ya que han tenido grandes cosas que ofrecernos,… su
sabiduría, la historia, las anécdotas intrigantes de la mili, lo que supuso el
cambio de una moneda a otra, los cuentos de calleja, o simplemente la seguridad
de estar al lado de alguien que ha vivido mucho tiempo. No puede ser cierto que
por el hecho de haber avanzado parcialmente su estancia vital seamos tan
crueles de no prestarles la más mínima atención y olvidarlos…porque con los
geles, fuimos capaces de enjuagarlos para que nos duraran más e incluso los
tuvimos a nuestro lado durante largo tiempo en la esquina inferior izquierda de
nuestra ducha a pesar de estar vacíos...
Los geles llegaron al final de sus
días pero los mantuvimos a nuestro lado, y en última instancia llegamos a
cogerles un cariño tal, que nos apeteció reciclarlos para convertirlos en algún
extraño objeto del mismo material o de aleación parecida, pero no sería justo
que con nuestra especie hiciéramos las cosas al revés…no sería justo que lo más
preciado del mundo sea nuestra semilla y
esencia y que según aparezcan los valores que educamos y que nuestros
descendientes incorporan y transmiten, comencemos a alejarnos…no sería justo
que en ese momento empecemos a deteriorar el cariño, el afecto, el amor, el
respeto, la educación … Esto no ocurre así en realidad ¿verdad???.
No puede ser, que el producto
del amor se contamine tanto de la
sociedad como para ser capaz de olvidar de donde nació, de donde vino, quién le
cuidó y quién fue el que estuvo a su lado durante toda su vida.
¿Debemos pues guardar los
cientos de botes vacíos que se acumulan en nuestros hogares?...¿ Es esa la
reflexión a la que quiero llegar después de semejante ladrillo de locuaces
frases entornadas alrededor de un hilo de tinta virtual? No tengo la menor idea,
pero según crezco, y estoy en ello, me doy cuenta de que el olvido no es bueno
cuando es voluntario y deberíamos retroceder a recoger el champú acabado y
llevarlo donde procede de la misma manera que no debemos olvidar a quiénes nos
dieron la vida, puesto que ellos respiraron nuestro aroma al nacer, cuidaron
con mesura el gasto proporcional de la misma, mimaron cada gota de sentimientos
que esparcíamos independientemente de que ellos fueran buenos o no tan buenos,
nos amaron de forma incondicional y muy pocas veces les dedicamos un TE QUIERO
incondicional.
La vida no es ni mucho menos
como una caja de bombones, pero tampoco es como un gel de baño olvidado, la
vida es aquello que nos dieron sin pedirlo, que casi nunca agradecimos y según
una buena amiga algo que se puede repartir, transmitir, compartir y a veces sin
hacer el mínimo esfuerzo, solo con tu presencia.
P.D.: ¡¡GRACIAS VIDA!!
“FELICIDADES CLAUDIA….ERES
UNA SUERTUDA”
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