Y se me olvidó, sin querer, la SOBERBIA de
entre todos los pecados capitales que disfruto y padezco, pero me apunto el
error y lo corrijo advirtiendo a los lectores avezados de mi blog que solo me quedo
una acepción de la definición del término y que la asumo negando las demás por
soberbia e intransigencia con lo común.
Oigo mis palabras y no suenan mis dedos
porque se estremecen de no descansar entre las sábanas tibias de la madrugada.
Se aletargan entre fracciones de sueño que no asumen el descanso vital y
amanecen torpes y parcos al albor de una mañana fría o al morir de una noche
tranquila. Acogen el temblor del cansancio y el olor de un cigarro entre ellos,
que se muere alumbrando la suerte inocente y contaminando el verdadero color de
tus ojos.
Salgo del momento irrepetible, de la
felicidad suprema, de la verdad sin tapujos, del amor desenfrenado, del
sentimiento seguro… y acongojo mi latir por un leve tropiezo de terquedad que
convierte la eternidad en presente, obligándome a bajar del lomo de una yegua
desbocada, para asumir el frío suelo hibernal que paraliza los pasos seguros,
la pose erguida, la sonrisa cotidiana, la firmeza de mis gestos,… la intratable
realidad.
Imagino que nunca podré sonreír como entonces
ni burlar como siempre, acomplejo mi cuerpo y lo doblo para acostumbrarme a
encorvar mis vértebras, acompaño mi risa con guiños para estorbarla y hundirla,
tropiezo con el aire y me levanto con el viento, turbo la constancia y
desordeno mi camino, busco la salida y la conozco y la huyo.
Gano al dolor, enfrentándole al ruido
silencioso de las palabras que se reiteran en mi cabeza y sigo sin entenderlas
a pesar de estar escritas en el mismo idioma que hablo y vocifero, que expelo y
escupo entre líneas desordenadas, como el mundo que nos achanta contra sus
delgadas redes, pero se revela y aparece cuando estás recuperando la tersura de
tu columna y lo enhiesto y locuaz de tu gesto.
Ocupo las plazas, rubrico mi felicidad pero
inesperadamente, se aproxima de nuevo el camino desordenado de la vida y la
pulcritud imperfecta e imbécil del respeto desmedido, del acontecer de los
hechos, de mi reiterada retirada a la sombra de una mentira, al albur del
misterio, a la confianza ciega, al sumiso que respira despacio para guardar oxígeno
y utilizarlo solo en casos extremos.
Apagando la luz para cerrar los ojos, y
cerrando los ojos para olvidar el día, encuentras en el refugio de la verdad,
la causa de tu sentir e inmortalizas tu búsqueda, y finalizas tu misterio, que
no es otro que el misterio de lo que no puede existir, y dudo que exista, que
no es otro que el enigma del corazón, y la incógnita del mañana.
Quiero rebasar el límite y acompañar mis
manos, quiero agasajar mi piel y encumbrar mi mirada, deseo ratificar mi nombre
como el único en tu boca, lamento la incertidumbre y aumento mi certeza, rompo
lo establecido y deshidrato mi ser.
Uno no es más que la impar solución de la
soledad, que atraviesa el campo rudo en busca del otro impar para sumar, o de
un cero a la izquierda para sentirse cercano al decimal de un entero, próximo a
la unidad matemática y alejado, al menos, de un número negativo.
Imaginar es mi reto, y pelear mi antítesis,
la palabra es mi aliada y el sueño mi perdición…huye si te imaginas en paz y
habla si no tienes sueño…pierde la conciencia en tu luz y despierta aunque no
hayas dormido…tal vez sea la mejor manera de no dudar de tu verdad.
P.D. "Siempre y cuando de cuando en cuando no sea nunca jamás, andaré por aquí..." *****
P.D. "Siempre y cuando de cuando en cuando no sea nunca jamás, andaré por aquí..." *****
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