miércoles, 6 de marzo de 2013

SO*B*E*R*B*IA


Y se me olvidó, sin querer, la SOBERBIA de entre todos los pecados capitales que disfruto y padezco, pero me apunto el error y lo corrijo advirtiendo a los lectores avezados de mi blog que solo me quedo una acepción de la definición del término y que la asumo negando las demás por soberbia e intransigencia con lo común.
Oigo mis palabras y no suenan mis dedos porque se estremecen de no descansar entre las sábanas tibias de la madrugada. Se aletargan entre fracciones de sueño que no asumen el descanso vital y amanecen torpes y parcos al albor de una mañana fría o al morir de una noche tranquila. Acogen el temblor del cansancio y el olor de un cigarro entre ellos, que se muere alumbrando la suerte inocente y contaminando el verdadero color de tus ojos.
Salgo del momento irrepetible, de la felicidad suprema, de la verdad sin tapujos, del amor desenfrenado, del sentimiento seguro… y acongojo mi latir por un leve tropiezo de terquedad que convierte la eternidad en presente, obligándome a bajar del lomo de una yegua desbocada, para asumir el frío suelo hibernal que paraliza los pasos seguros, la pose erguida, la sonrisa cotidiana, la firmeza de mis gestos,… la intratable realidad.
Imagino que nunca podré sonreír como entonces ni burlar como siempre, acomplejo mi cuerpo y lo doblo para acostumbrarme a encorvar mis vértebras, acompaño mi risa con guiños para estorbarla y hundirla, tropiezo con el aire y me levanto con el viento, turbo la constancia y desordeno mi camino, busco la salida y la conozco y la huyo.
Gano al dolor, enfrentándole al ruido silencioso de las palabras que se reiteran en mi cabeza y sigo sin entenderlas a pesar de estar escritas en el mismo idioma que hablo y vocifero, que expelo y escupo entre líneas desordenadas, como el mundo que nos achanta contra sus delgadas redes, pero se revela y aparece cuando estás recuperando la tersura de tu columna y lo enhiesto y locuaz de tu gesto.
Ocupo las plazas, rubrico mi felicidad pero inesperadamente, se aproxima de nuevo el camino desordenado de la vida y la pulcritud imperfecta e imbécil del respeto desmedido, del acontecer de los hechos, de mi reiterada retirada a la sombra de una mentira, al albur del misterio, a la confianza ciega, al sumiso que respira despacio para guardar oxígeno y utilizarlo solo en casos extremos.
Apagando la luz para cerrar los ojos, y cerrando los ojos para olvidar el día, encuentras en el refugio de la verdad, la causa de tu sentir e inmortalizas tu búsqueda, y finalizas tu misterio, que no es otro que el misterio de lo que no puede existir, y dudo que exista, que no es otro que el enigma del corazón, y la incógnita del mañana.
Quiero rebasar el límite y acompañar mis manos, quiero agasajar mi piel y encumbrar mi mirada, deseo ratificar mi nombre como el único en tu boca, lamento la incertidumbre y aumento mi certeza, rompo lo establecido y deshidrato mi ser.
Uno no es más que la impar solución de la soledad, que atraviesa el campo rudo en busca del otro impar para sumar, o de un cero a la izquierda para sentirse cercano al decimal de un entero, próximo a la unidad matemática y alejado, al menos, de un número negativo.
Imaginar es mi reto, y pelear mi antítesis, la palabra es mi aliada y el sueño mi perdición…huye si te imaginas en paz y habla si no tienes sueño…pierde la conciencia en tu luz y despierta aunque no hayas dormido…tal vez sea la mejor manera de no dudar de tu verdad.

                 P.D. "Siempre y cuando de cuando en cuando no sea nunca jamás, andaré por aquí..." *****

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